Muchas personas altamente sensibles tienen tendencia a ser perfeccionistas, condición que también se puede ver en los niños. Cuando no pueden hacer algo como lo tenían pensado o no obtienen el resultado que “su cerebro les decía que debería ser”, experimentan una sensación de decepción que les resulta incómoda, y a menudo, difícil de tolerar.
Recordemos que notan los detalles sutiles de manera más aguda y que sienten las emociones con mayor intensidad que los demás. Por tanto, algo que para otra persona no es tan notorio o importante, para una persona de alta sensibilidad sí lo es.
La frustración que sienten cuando no logran algún resultado esperado, puede ir desde ligera hasta intensa. Cuando es muy fuerte, aparecen los estallidos emocionales o que el niño o niña se cierren en sí mismos. Muchas veces, la madre o padre del niño no encuentran la forma de gestionar la situación, que se vuelve tensa y difícil.
El comportamiento perfeccionista nos preocupa porque vemos lo paralizante que es para nuestros hijos y queremos disuadirles, cambiar sus sentimientos y comportamiento en ese momento de frustración.
Estos tips a continuación pueden ayudarte a gestionar las situaciones ligadas al perfeccionismo de tu hij@ cuando está pasando por una frustración por un resultado no esperado.
1. Evita usar inmediatamente razonamientos lógicos respecto a su resultado
«¡Pero si te ha salido muy bien!» «¡A mí me encanta como quedó tu dibujo!» «Nadie es perfecto. Inténtalo de nuevo», «A nadie le sale a la primera”. Estas son algunas de nuestras respuestas de reflejo más comunes en estos momentos.
El problema es que cuando los niños se desmoronan ante el fracaso percibido, se encuentran en un estado altamente emocional e irracional que los bloquea y solo ven lo que para ellos salió mal. Si le dices estas frases de consuelo justo cuando no ha conseguido el resultado que esperaba, no te escuchará y las puede sentir incluso como falsas.
Usar la razón o la lógica para convencer a tu hij@ de salir de eso o cambiar de opinión en ese momento, rara vez es útil, y puede ser contraproducente, aumentando su malestar y su bloqueo.
Los niños altamente sensibles también tienen un avanzado radar para detectar cuando los demás están tratando de intervenir para cambiarlos, lo que los lleva a ponerse a la defensiva y cerrarse con más intensidad.
Y lo más importante:
Cuando te apresuras a tranquilizarle, invalidas su vivencia, esa experiencia por la que está pasando, por irracional que parezca su reacción. Le estás diciendo inconscientemente que él o ella no está viendo la realidad y eso invalida su perspectiva, invalida su alta sensibilidad, invalida sus sentimientos.
No podemos quitarle los sentimientos a nuestro hij@, que en él o ella son intensos. Nuestro trabajo es ayudarle a mirarlos, nombrarlos y darles sentido.
Ese proceso solo puede tener lugar una vez que tu hij@ esté tranquilo y pueda pensar con claridad. Ya en calma, incluso más tarde ese mismo día, puedes hablar con él o ella y decirle tus explicaciones. Entonces tendrá más apertura para escucharte y razonar con lógica.
Cuando los niñ@s están en esta «zona roja de crisis o estallido emocional”, sus cerebros se inundan de emoción. No hay espacio para procesar la información o las ideas que les deseas compartir y no están abiert@s a la resolución de problemas.
Entonces, en lugar de eso, en ese momento necesita acompañamiento y validación. Comienza por…
2. Reconocer y validar sus sentimientos
Refleja los sentimientos de tu hij@ hacia él o ella. Eso es lo que calma su agitado sistema nervioso y le ayuda a volver a un estado más tranquilo.
Por ejemplo: «Veo que no te gusta cómo se ve la carta que escribiste. Tienes una idea diferente sobre cómo debería verse. Te sientes realmente incómod@ cuando no puedes hacer algo exactamente de la manera que esperabas o quisieras”.
De esta forma validas y nombras su sentimientos, le haces saber que comprendes que para él o ella es un sentimiento intenso, y que estás a su lado. Déjale expresarse, abrázal@ si te lo permite y dile que estás ahí para él o ella.
Podrías agregar también alguna frase empática: “Imagino lo que sientes y entiendo que te sientas así. A mí también me pasa a veces. Aquí estoy contigo. Te quiero”.
En ese momento solo necesita sentir que le acompañas.
Después, ya que se haya calmado, puedes…
3. Ayudarle a “examinar la realidad”
Cuando tu hij@ esté en calma, fuera de esa “zona roja de estallido emocional y cerrazón”, hazle saber que tienes algunas ideas sobre la situación y pregúntale si le gustaría escucharlas.
Así le estás preguntando si quiere escuchar tu opinión, en lugar de lanzarte directamente a compartir tus ideas, lo que puede parecer intrusivo y abrumador para los niños altamente sensibles.
Esta acción de preguntarle, produce también un impacto positivo en su autoestima. Le hace sentir más en control sobre sí mism@ y abrirse a escuchar tu opinión.
Cuando su hij@ muestre que está listo para escuchar lo que tienes que decir, cómpartele tu perspectiva. Recuerda no solo compartirle ideas abstractas, le ayudas mucho mejor cuando le das ejemplos de tu propia experiencia en relación a aquello que le causó conflicto.
Por ejemplo:
(empezar con algo que te ha pasado a tí) “Yo he estado trabajando en mi letra durante muchos años. Son muchos años más de práctica de los que tú has tenido desde que empezaste a aprender a escribir el año pasado. Tuve que trabajar muy duro para escribir con buena letra».
(después seguir con el consejo o idea abstracta) «Aprender algo nuevo significa cometer muchos errores. Pero hay que seguir intentándolo hasta que salga como a tí te gustaría. ¡E incluso así cometemos errores!».
Después puedes continuar con…
4. Guíar a tu hij@ para que piense en el resultado de sus elecciones
Pregúntale por ejemplo: ¿Qué crees que sucederá si te das por vencid@? ¿Qué pasaría si te das otra oportunidad? ¿Qué crees que te ayudará a alcanzar tu meta de dominar … (nombra la habilidad en la que esté trabajando)?
Piensa en ello como hacer una revisión objetiva, sin interpretaciones. Ayúdale con preguntas que le hagan pensar en consecuencias.
Evita la tentación de tratar de hacerle cambiar su comportamiento asustándole, sobornándole, premiándole o avergonzándole, con frases del tipo: “Los niños grandes andan en dos ruedas”, “Nunca tendrás éxito si no sigues intentándolo”… Ésto solo les da a los niños más motivos para ponerse más a la defensiva contigo y cerrarse o huir.
Ya que tu hij@ haya pensado y dicho algunas respuestas, puedes…
5. Preguntarle cómo le gustaría proceder
Dale opciones válidas y concretas, del tipo: “¿Te gustaría seguir practicando mañana o quieres tomarte un descanso? Depende de ti».
Esto envía el mensaje de que el control está en sus manos, lo que hace que sea más probable que persevere, en algún momento. Forzar el problema a menudo hace que los niños se pongan a la defensiva y se obstinen aún más.
Evita las preguntas muy abiertas, le das demasiado trabajo a su cerebro. Tales como: ¿Qué quieres hacer?, le dejas demasiado en qué pensar y puede incluso bloquearse de nuevo.
Cuando le ayudas a tu hij@ a obtener ideas que le motiven, le ayudas a desarrollar su autoconciencia, y eso le permite finalmente repensar su perspectiva y a autoevaluar. Estas habilidades le serán muy útiles al ser adolescente y adult@.
Por último
Estos tips son útiles para gestionar las situaciones en el momento que surgen y también para saber qué hacer después ya estando en calma, para encontrar opciones de solución. Son acciones prácticas, para solucionar.
Pero, también es conveniente saber qué podemos hacer para prepararnos y mejorar las condiciones para que el perfeccionamiento no tome el control. Son acciones para anticiparnos a que surjan tantas situaciones de conflicto y enfocadas para el bienestar emocional de nuestro hij@.
Ésta es la primera de dos partes del post. En la segunda parte encontrarás tips para estas otras acciones respecto a anticiparnos y que están encaminadas a largo plazo, a su bienestar emocional.
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