hacer frente perfeccionismo

5 principios para ayudar a niños altamente sensibles frente al perfeccionismo

Esta es la segunda y última parte del artículo sobre la gestión del perfeccionismo en niños altamente sensibles. Lee la primera parte aquí.

Como madres y padres, ver comportamientos perfeccionistas en nuestros hij@s nos puede preocupar, porque vemos lo paralizante que es para ell@s y porque a nosotros también nos resulta agobiante enfrentar y manejar estos momentos de frustración para ell@s.

Es común que los niños altamente sensibles presenten cierta tendencia al perfeccionismo, al igual que sucede con las personas de alta sensibilidad de todas las edades. 

Es un comportamiento que de cierta forma está ligado a su desarrollada capacidad para notar sutilezas y sentir con mucha más profundidad que otras personas. 

Por eso, más allá de conocer únicamente herramientas para ayudarles a gestionar la situación durante estos momentos de frustración, es muy importante conocer también qué podemos hacer para anticiparnos y mejorar las condiciones en la vida diaria. 

Para que el perfeccionamiento no tome el control cada vez que algún resultado no sale como lo esperado. 

Estos principios y acciones a continuación nos ayudan a anticiparnos a que surjan tantas situaciones conflictivas, pero aún más esencial, están enfocadas en el bienestar emocional de nuestros hij@s. Enfocadas a romper los círculos viciosos de negatividad ante el perfeccionismo. 

1. Elogiar esfuerzos y procesos en lugar de sólo los resultados. 

En la vida diaria, poner el enfoque y los elogios en los esfuerzos, en el proceso, en el desarrollo de las cosas, en vez de sólo en el resultado obtenido. Y no sólo respecto a las acciones de tu hij@, sino en todas las cosas de las que hablamos en el día a día. 

De esta forma transmitimos a todos en nuestra familia que reconocemos y valoramos tanto los pequeños pasos como los errores, porque de los errores se aprende mucho. 

Aceptamos y mostramos que en todas las situaciones existen diferentes circunstancias que influyen en el resultado de algo y que los procesos y las fallas son necesarios

Que también existen a veces circunstancias que no se pueden controlar y algo muy importante, que aprendemos a disfrutar de la experiencia del proceso, a pesar del resultado.

Ejemplo: 

Reconocer y elogiar a tu hij@ por sus acciones cotidianas como estudiar, hacer sus deberes, tratar a los demás con amabilidad, ser un buen amig@, ayudar en casa, por su esfuerzo de hoy para aprender a andar en bicicleta (aunque aún no lo haya logrado), etc. 

Cuando elogias los procesos, sus esfuerzos y sus acciones cotidianas le haces ver que sus acciones tienen valor en sí mismas y que también construyen el camino hacia alguna meta. 

Evita solo elogiar cuando obtiene resultados como una nota alta en una prueba de la escuela o cuando ha aprendido a nadar. Claro que es importante elogiar sus logros, pero NO SOLO SUS LOGROS. Es esencial dejar en claro que el logro no es lo único importante en la vida y que los logros no son lo único que define a las personas como valiosas.

2. Establecer metas realistas.

Empieza por tí. Revisa tus expectativas sobre tu hij@, qué es lo que esperas de él o ella considerando su edad, su madurez y su temperamento. Tómate momentos de vez en cuando para reflexionar y preguntarte qué esperas de tu hij@ y en qué forma se lo comunicas (con palabras y acciones)

Recuerda que tu hij@ tiene capacidad para percibir detalles y mensajes sutiles. No solo lo que dices con tus palabras, sino también lo que muestras con tus acciones, con tus gestos y tu tono de voz. 

Habla con tu hij@ sobre sus metas a alcanzar: montar bicicleta, nadar, dibujar, tocar un instrumento musical, hacer una pirueta, pararse de manos, etc. Si sus metas requieren demasiado esfuerzo y tiempo, hablen sobre los peligros de establecer metas demasiado altas y ayúdale a establecer metas más realistas y pasos que faciliten el cumplimiento de sus planes, sin tener que sentir presión o preocupación por alcanzar los objetivos.

Tengan expectativas razonables. Piensa en la posibilidad de hablar para ajustar los planes si no logra alcanzar sus metas o quiere dejar de intentar alcanzarlas. Recuerda que lo importante es que disfrute el proceso, que valore su esfuerzo y los pasos de su camino. Y para ello cuenta con tus ánimos para elogiar sus acciones, sus pasos, su proceso.

3. Ayudarle a identificar lo que puede controlar y lo que no. 

Ya sea que tu hij@ quiera ser el/la mejor futbolista de toda la escuela o sobresalir en los exámenes de matemáticas, déjale en claro que no puede controlar muchas de las circunstancias que influyen en el logro de esa meta, como la dificultad de los exámenes del profesor o el desempeño en la cancha de fútbol de sus compañer@s. Pero que lo que sí puede controlar es su propio esfuerzo.

Tener presentes que existen circunstancias fuera de su control, le ayudará a tener una perspectiva más realista de la influencia del entorno y no centrada únicamente en el alcance de metas, lo que le ayudará a comprender que a veces, no obtendrá lo que quiere, pero no será por falta de esfuerzo de su parte. 

4. Poner el enfoque en disfrutar y aprender, más que en alcanzar metas.

Adoptar en tu familia una filosofía de disfrutar y aprender de las cosas que se hacen por el hecho de realizarlas, por lo que nos aportan, por lo que aprendemos al hacerlas, lo que hace que pongamos el enfoque en disfrutarlas

Quitar de la mente que lo único que vale es el resultado y el logro de metas. Así incluso aprenderemos a valorar los errores como aprendizajes. 

Para reforzar esta filosofía, anima a tu hij@ a participar en actividades que le ayuden a sentirse bien acerca de quién es, no solo de los resultados que logra. Puede ser aprender cosas nuevas, participar en actividades artísticas solo por gusto, ser voluntari@ en algo que le interese. 

De esta forma, también estás ayudando a tu hij@ a desarrollar una autoestima saludable, ya que en este tipo de actividades encuentra un relajado clima de confianza y de seguridad, sin presiones de logros ni metas. 

Le ayudan a sentirse cómod@ y segur@ de sus cualidades y aptitudes, sin necesidad de aprobación constante por parte de las personas de su entorno. Le refuerza la idea de saber que es aceptad@ y amad@ tal y como es, independientemente de sus logros.

5. Facilitar el desarrollo de una relación cercana entre tú y tu hij@

Compártele historias de tus propios fracasos. Déjale en claro que no eres perfecta. Cuéntale sobre la vez que no conseguiste un trabajo o reprobaste un examen. Cuéntale cómo lidiaste con tus fracasos a su edad y cómo lidias con los de ahora, con lenguaje y explicaciones de acuerdo a su edad. 

De esta forma le enseñas habilidades de afrontamiento saludables. Le haces saber que aunque el fracaso es incómodo, no es intolerable, y que se supera. Le dejas claro que todos nos equivocamos, que es normal y que es la forma en que se aprende mucho.

Así facilitas el desarrollo de la tolerancia a la frustración para que tu hij@ aprenda a gestionar los fracasos y los sentimientos de desesperanza, ira o angustia que generan, desde la oportunidad de aprender de los errores.

Cuéntale y enséñale cómo lidiar con la decepción, el rechazo y los errores de una manera saludable. Que sepa que puede hablar contigo, o hacer un dibujo o escribir en un diario si ya tiene edad para ello. Éstas son solo algunas de las habilidades de afrontamiento que podrían ayudarle a lidiar con sus sentimientos.

Enséñale a usar la autocompasión en lugar de la autocrítica. Si por ejemplo, tal vez le escuchas diciéndose a sí mism@, “que tont@ soy” cuando algo se le cae, dile enseguida: “no eres tont@, te distrajiste y se te cayó”. 

Otra forma de ayudar de forma práctica es: Háblate a ti misma en voz alta cuando estés cerca de tu hij@, para mostrarle que te tratas con amabilidad incluso cuando cometes un error. 

Por ejemplo: Di cosas como: “Olvidé ir al banco hoy antes de que cerraran. Trataré de hacerlo mejor mañana”, o “No estaba prestando atención a la estufa y quemé la cena. Encontraré algo más para que comamos y prestaré atención cuando lo esté cocinando”.

Con frases como éstas haces hincapié en que cuando cometemos un error no debemos autocriticarnos con un «que tont@ soy», sino marcar la acción momentánea que provocó la falla «me distaje y se me cayó», «me olvidé y no lo hice», «perdí la concentración y no lo pude resolver», etc.

Por último

Como mencioné al inicio de este post, éstos son principios y acciones enfocados en el bienestar emocional de nuestro hij@ a largo plazo, con respecto a hacer frente al perfeccionismo y la autocrítica de manera positiva y preventiva.

Recuerda que en la primera parte publicada la semana pasada aquí, puedes encontrar tips para gestionar las situaciones de perfeccionismo cuando ya aparecen, con ideas de lo que puedes hacer también para ayudar a tu hi@ a encontrar opciones de solución después, cuando ya está en calma.

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